Melissa Martínez es licenciada en Terapia Ocupacional y la beca del Fondo de Solidaridad le permitió cursar la carrera. Trabajó durante todos los años que estudió, igualmente fue la egresada más joven de su generación. Dice que el estudio la cambió y ahora tiene otra perspectiva, porque cuando la vida es cuesta arriba la vista es genial.

¿Cómo fue el proceso de elección de tu profesión?

En mi último año de liceo tuve la oportunidad de trabajar con personas sordas, siempre me interesó la temática de la discapacidad y la justicia social, por lo que esa primera experiencia fue una apertura a un camino que recorro y disfruto día a día.

No recuerdo en detalle cómo llegué a elegir Terapia Ocupacional, (ríe) pero ya había comenzado a trabajar cuando conocí la Escuela Universitaria de Tecnología Médica y la profesión que era tan mencionada en Teletón. Preparé el examen de ingreso gracias a la ayuda del liceo que me prestó los libros y así fue como logré salvar la prueba y comencé a estudiar.

¿Cómo fueron los primeros años de estudio de la carrera?

El primer año cursé la carrera trabajando en un local de comida rápida que me consumía unas 10 horas diarias, salía de mi casa en La Paz a las 4:30 de la madrugada para comenzar la jornada a las 6:00, estaba agotada. El primer año fue realmente difícil.

Estuve a punto de abandonar por las dificultades del sistema y el trabajo, pero salvé todas las materias por tanto al siguiente año decidí pedir la beca del Fondo. Al poco tiempo me llamaron para la entrevista, me acuerdo perfecto cuando entré al Portal de Estudiantes y decía “beca aprobada”, ¡no lo podía creer!

Poco después surgió una oferta laboral como secretaria en la clínica de la
directora de la carrera, eran pocas horas con un sueldo bajo pero que junto con el apoyo de la beca cambiaron totalmente mi perspectiva y las posibilidades respecto a la facultad
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¿Qué relevancia tuvieron tus estudios y la beca del Fondo?

Siempre digo que estudiar me cambió la vida. Vengo de una familia muy humilde, pero luchadora. Me crié con mi madre y mi hermano, pasamos necesidades, hubo tiempos en el que se elegía si pagar la luz o cenar. Algunas veces mi hermano y yo cenábamos, pero mamá solo tomaba mate.

Desde chicos fuimos multiempleo, los tres juntos hacíamos bolsas de papel, también vendimos manualidades en la puerta de casa. Cuando nos iba muy bien mamá compraba una Coca-Cola chiquita para compartir. Al tiempo pudo conseguir un trabajo y la cosa mejoró.

Cuando empecé la facultad sabía que si quería estudiar tenía que bancarme la carrera sola, la plata de los boletos y los libros era un montón y mamá no me la podía dar.

La beca incidió muchísimo en mi formación, me ayudó a dejar un trabajo de jornada completa, a poder dedicarle más tiempo a la facultad, a elegir un trabajo del cual aprendí un montón de cosas que hoy repercuten en lo que soy como profesional. Sin la beca yo nunca me habría postulado a ese trabajo, y quizá hasta abandonaba la carrera.

¿Cómo fue tu egreso y cuál es tu situación profesional actual?

Me recibí de licenciada en Terapia Ocupacional hace dos años y fui la más joven de la generación. Hoy tengo 24 años, trabajo en Canelones en la rehabilitación de niños y adolescentes y me encanta lo que hago.

Para complementar mis estudios cursé una diplomatura en Neurodesarrollo y actualmente estoy terminando una especialización en el exterior. Estudiar cambió mi perspectiva y calidad de vida; me permitió acceder a cosas que nunca antes que nunca antes hubiera pensado. Para mí ya no es una incertidumbre llegar a fin de mes, ni elegir que factura pagar. Cunado la vida es cuesta arriba, la vista el genial.

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