Nuestro sistema es considerando como referente en otros países, citamos el análisis del Dr. Alieto Aldo Guadagni, Director del Centro de Estudios de la Educación Argentina de la Universidad de Belgrano y miembro de la Academia Nacional de Educación de Argentina.
“Este siglo XXI es el siglo de la ciencia y la tecnología, los avances son cada vez más acelerados, por ejemplo, en el área de la robotización de los procesos industriales, de la comercialización y los servicios. Año a año se destruirán cada vez más empleos no calificados y aumentará la demanda por más recursos laborales de alta preparación. Esto significa que el nivel educativo de un país será esencial para determinar el ritmo de crecimiento del futuro nivel de vida de su población. El avance económico de una nación hoy no depende principalmente de la existencia de abundantes recursos naturales (agro, minería, pesca, hidrocarburos), sino del nivel de calificación de su fuerza laboral. Las naciones que avanzan y reducen la pobreza, mejorando al mismo tiempo la equidad en la distribución del ingreso, lo hacen siempre fortaleciendo el proceso de acumulación de capital.
Pero en una visión integral del proceso de desarrollo, el capital es algo más importante que la mera acumulación de bienes materiales, como maquinas, fabricas, puertos, rutas, oleoductos, trenes, centrales eléctricas, minas y pozos petroleros. En este siglo XXI el capital humano es más importante que este capital físico, ahora bien, este capital humano es aportado esencialmente por la educación con una muy importante participación de la Universidad. En estos tiempos, de grandes transformaciones tecnológicas, es creciente la importancia de la graduación universitaria en la acumulación de capital humano.
Observemos que en Argentina la Universidad estatal es gratuita, pero las evidencias indican que no son muchos los estudiantes de nivel socioeconómico bajo que acceden a ella, ya que esta gratuidad a los de altos ingresos le sobra, pero a los pobres no les alcanza. Al mismo tiempo es preocupante observar nuestra escasa graduación en las carreras científicas y tecnológicas que demanda crecientemente el siglo XXI. Por ejemplo, mientras graduamos anualmente alrededor de 19.000 abogados, graduamos apenas 6 ingenieros nucleares, 14 ingenieros hidráulicos y 61 ingenieros en petróleo.
Cuando hablamos de solidaridad enseguida se nos aparece la figura de ayudar a quien lo necesita, generalmente es una ayuda no recíproca y voluntaria, o sea, ayudamos porque queremos y sin esperar nada a cambio. En la vecina República Oriental del Uruguay, la palabra solidaridad forma parte de uno de los sistemas de becas estudiantiles más importante de América Latina: el Fondo de Solidaridad, sistema de becas que bien podría llamarse Fondo de Gratitud, ya que la esencia del mismo es un poco eso, que aquellos profesionales egresados de la Universidad de la República y del Consejo de Educación Técnico Profesional y de la Universidad Tecnológica realicen un aporte destinado a becar a estudiantes de dichos centros de estudios. El Fondo es una institución que fue creada hace casi un cuarto de siglo, y desde entonces no ha dejado de crecer en su cometido: en el año 2017 la participación de los becarios en la masa de graduados de la Universidad de la República fue nada menos que casi 20 por ciento.
Tener presente que esta contribución, que es de carácter obligatorio, tiene el mismo efecto recaudatorio que un tributo ordinario, pero existe una gran diferencia con los tributos directos o indirectos que son comunes. El caso es que la educación universitaria permite aumentar el nivel de conocimientos de los graduados, es decir “incrementa el capital humano de los graduados”.
Este mayor capital humano que es financiado por toda la sociedad permite mayores niveles de ingreso futuro de los beneficiarios, en este sentido es similar a un préstamo otorgado para alguien que desea invertir en capital físico, por ejemplo, un taller, préstamo que debe reintegrar temporalmente. El pago que hoy se realiza por el impuesto ordinario a las ganancias no está diseñado para la graduación universitaria gratuita. Debemos considerar también desde el importante punto de vista de la equidad distributiva, que debe ser una aspiración de toda sociedad con valores de solidaridad, el hecho de que el Fondo, no solamente fortalece el proceso de acumulación de capital humano y el crecimiento económico, sino que además ayuda a edificar una nación más integrada socialmente y con mayores niveles de equidad distributiva, valores esenciales en el difícil mundo globalizado de hoy. Dicho en términos técnicos el Fondo impacta favorablemente en el coeficiente GINI, que mide la equidad distributiva imperante en una Nación.
Esta contribución anual que hacen los graduados uruguayos implica un sentimiento de gratitud hacia las casas de estudio que los formaron y hacia un sistema educativo gratuito como el nuestro, pero que busca perfeccionar su intención inclusiva, para que el acceso a la educación superior alcance realmente a todos aquellos que la requieran, independientemente de su localización geográfica o de su situación económica. Es un sistema inclusivo, que podría decir que tiene un formato circular, ya que el becario egresado luego podrá ayudar a otro joven a desarrollarse profesionalmente, pero además es expansivo, porque el Fondo no ha dejado de crecer, tanto en cantidad de aportantes como de becarios y también en resultados positivos en cuanto al aumento de número de graduados y reducción de abandonos en las carreras.
Replicar un sistema de ayuda intergeneracional como este Fondo sería posible en Argentina, reflejando así una sociedad solidaria. Si implementáramos un régimen de becas solidarias como el Fondo, podríamos llegar a becar anualmente a 100.000 estudiantes de origen humilde. Además, si estas becas se concentraran en las carreras científicas y tecnológicas de este siglo XXI, se podría triplicar la actual graduación en estas carreras. La aplicación del sistema del Fondo no solo fortalecería la graduación en las carreras estratégicas para el desarrollo de nuestro país, sino que al mismo tiempo mejoraría la inclusión social de nuestra Universidad.”